martes, 28 de enero de 2014

HISTORIAS BONITAS - Casas de acogida para perros abandonados

Varias familias, algunas en paro, albergan de forma temporal y sin costes a mascotas con necesidades especiales que esperan por dueño

Casas de acogida para perros abandonados
Casas de acogida para perros abandonados
Primero fue "Wanda" y ahora es "Astur". La familia de Vanesa Gil convive desde hace dos meses en Mieres con un esbelto perro de largas orejas al que le gustan los grandes festines de pienso y pasarse horas tumbado sobre el sofá, lejos del frío del invierno. Los planes caseros son su debilidad, pero no así las largas caminatas bajo la lluvia. Es además un can cariñoso y que necesita de vez en cuando demostrar su amor abrazando sobre dos patas a sus dueños.
Al piso de Begoña Álvarez, en Avilés, acaba de llegar esta semana el número doce en dos años: "Kira", una pequeña perra, vieja y enferma, que duerme junto a los otros tres reyes de la casa: "Sacha", "Xena" y "Zeus". Su mirada es aún triste, aunque la compañía perruna de su nuevo hogar le gusta.
Ambas, tanto Vanesa Gil como Begoña Álvarez, forman parte del programa de acogida de mascotas que desarrollan las protectoras asturianas con el fin de ayudar a aquellos perros y gatos abandonados que por diferentes razones necesitan de forma temporal -hasta que sean adoptados- un nuevo hogar. Durante ese período, las asociaciones corren con todos los gastos de manutención y veterinario. "Lo costean todo; desde el pienso, la correa y el chubasquero. Hasta te piden cita en el veterinario e incluso si tú no puedes, ellos te lo llevan", explican Vanesa Gil y su marido, Iván Castro. De esta forma, las familias tan sólo tienen que hacerles un hueco en su vivienda a los animales y, sobre todo, darles cariño. Mucho, porque en la mayoría de los casos se tratan de mascotas que fueron víctimas del maltrato, como "Kira".
Ahora bien, el problema viene cuando uno se encariña demasiado con los perros y llega el momento de despedirse. "Yo lo paso muy mal cuando se van, pero lo prefiero así, porque el tiempo que pasan aquí conmigo sé que están bien. Además, los ves evolucionar; llegan muertos de miedo y luego ya se integran por completo en la familia", comenta Begoña Álvarez, que comenzó en el programa teniendo en un piso de 60 metros cuadrados en Versalles ya otros tres perros, uno de ellos adoptado. "Yo por mí me quedaría con más, pero hay que ser conscientes de la realidad y estoy en paro", agrega acariciando dulcemente a "Kira". No obstante, la última mascota que tuvo en casa, "Harry", se ha quedado en la familia. Su hija Arancha Cabas la acaba de adoptar.
Los asturianos que colaboran en el programa son precisamente personas a las que les apasionan los animales y que, en consecuencia, están sensibilizadas con la problemática que vive el sector: el imparable aumento del número de casos de abandono que se producen a diario en la región. Fruto de esta situación, hay familias que pueden llegar a acoger en su piso hasta ocho perros al año. Y todo por dar cobijo a unas criaturas que de la noche a la mañana pasaron de estar calientes en una casa a vagar bajo la lluvia por las calles de la ciudad. "Nosotros tenemos entre 30 y 40 casas de acogida y en la mayoría de los casos se trata de familias que quieren ayudar a toda costa a los animales. Sin ellas no podríamos hacer nada, pero necesitamos más", expresa Alejandra Mier, de la Fundación Protectora de Animales del Principado de Asturias, cuyo método de trabajo depende directamente de estos colaboradores al carecer por ahora de unas instalaciones que sirvan de albergue para los animales rescatados.
Dentro de este grupo de voluntarios, hay también otro perfil cada vez más frecuente hoy en día, que es el de las personas que están en paro. Quieren tener una mascota en casa, pero no disponen de los recursos económicos necesarios como para costearse los gastos de su cuidado. Sin embargo, entrando en el programa de acogida, estas personas pueden disfrutar de la compañía de un perro o un gato sin que ello suponga un gran desembolso de dinero, al mismo tiempo que contribuyen al bienestar del animal. "Siempre nos gustaron los perros, pero por una serie de circunstancias (trabajábamos y pasábamos muchas horas fuera de casa) no podíamos tenerlo. Ahora tanto mi marido como yo llevamos un año en paro y queríamos ayudar. Nos enteramos a través de las redes sociales de que existía este plan y decimos apuntarnos", explica Begoña Álvarez, mientras "Astur" descansa en el sofá entre las carantoñas que le hace Iván Castro. "Estamos encantados con él y es muy bueno. Así que por nosotros que se alargue por mucho tiempo la acogida. Y si tuviésemos trabajo nos quedaríamos fijo con él", asegura éste.
El proceso que se sigue en estos casos es siempre el mismo: "Nosotros procuramos buscar un perro o gato que se adapte a la familia. Es decir, que si en la casa hay niños, pues buscamos un perro pequeño y bueno; si se trata de una persona muy deportista, un can muy activo; si por el contrario es una mujer mayor, un animal más reposado...", manifiesta Alejandra Mier.
En este sentido, los perros pequeños y con buen carácter son los que más facilidades tienen a la hora de encontrar una casa de acogida, mientras que los canes que presentan problemas de conducta son los que se lo ponen más difícil a las protectoras. Con respecto al período de acogida, varía en función de las necesidades de cada animal y de lo que la asociación tarde en encontrarle un hogar definitivo. No obstante, también existe la posibilidad de que el colaborador tenga a la mascota en su casa tan sólo por unos días. Lo importante al fin y al cabo es echar una mano.
Aunque, según aseguran los responsables de los albergues asturianos, el número de familias de acogida y adoptantes ha aumentado en los últimos años, ello no es suficiente para luchar contra el alto número de abandonos que se producen en Asturias. "Se anima mucha gente a adoptar, pero también nos entran muchos más perros que antes; por tanto, seguimos necesitando ayuda", lamenta Vanesa Gómez, de la asociación El Trasgu, en Mieres, con 65 animales en la protectora y otros diez en acogida; entre ellos, "Astur".
Ello sin olvidar que el abandono es más frecuente en casos en los que el animal padece algún tipo de enfermedad, como señala Ángela Carruba, presidenta de la protectora de animales Occidente Astur, con nueve casas de acogida.
Esta situación difiere bastante de la que se vive en otros países del norte de Europa, como puede ser por ejemplo Holanda, con el que precisamente colabora la Fundación Protectora de Animales del Principado. De hecho, cada mes suelen salir varios perros rumbo a los Países Bajos, donde estarán sus nuevos dueños. "Yo particularmente prefiero que se vayan para Holanda, porque el concepto de mascota que tienen allí es muy diferente al de aquí. En ese país nunca verás que abandonen a un perro y cuando vienen a buscarlos a España tienen una cara de felicidad tremenda", opina Begoña Álvarez. La misma cara de felicidad que se les pone a las familias de acogida nada más hablar de su nuevo animal. Lo disfrutan poco, sólo unos meses, pero ese tiempo de cariño siempre habrá merecido la pena. Ellos dan mimos y las mascotas, a su manera, también.

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